Parte de nuestra Historia.

     "Aquel que no mira al pasado que consagró la Transición, deja la puerta abierta al todo vale y es discutible".

    Hola a todxs, hoy vengo a hablaros, brevemente, de uno de los capítulos ocultos más oscuros de la Historia de nuestro país, que se inició con el golpe de Estado de 1936, pasando por la Guerra Civil, la Posguerra y la Dictadura, hasta llegar a su fin con el inicio de la Democracia en España. Hoy vengo a hablaros de los Campos de Concentración de Franco. 

    Para empezar, hay que explicar que es un campo de concentración y no hay mejor definición que la que hizo el historiador Javier Rodrigo acerca de los campos españoles: "Campos de concentración en la España de Franco lo fueron los estables y, si queremos, también los provisionales...Centros de detención ilegal y extrajudicial regidos por la administración militar y utilizados para internar y clasificar, sin juicio, a los prisioneros de guerra y evadidos republicanos y, en algunas ocasiones, a poblaciones civiles cuando la toma de un territorio implicaba la caída en bando sublevado de grandes masas de ciudadanos. Y también los destinados durante la posguerra y la segunda guerra mundial a internar a los refugiados en España procedentes de Francia que tenían algún rango militar". 

    Por esta larga definición, entendemos que, aunque fuera con distintos nombres, se considera campo de concentración todo aquel lugar habilitado para torturar, humillar, matar, etc, a las personas por diferentes motivos. Sin embargo, el número de campos de concentración oficiales superan los 300 y estos están repartidos por todo el territorio español.

    Se cree, que uno de los principales motivos por el que este suceso no sale a la luz fue, entre otros muchos, por la directa relación o similitud con los campos concentracionarios nazis. No obstante, se puede hablar de influencias y de un espíritu común de ambos, pero no se puede hacer una comparación de lo que fueron los campos alemanes como Auschwitz, con los españoles. Es más concreto decir que las injusticias, muertes, humillaciones, etc., coinciden con el ánimo represor, sea nazi, fascista, comunista o franquista.

    Por otro lado, la mayoría de los prisioneros llegaban a estos lugares en tren, donde los apelotonaban en vagones, en los que fácilmente podían morir por asfixia o un golpe de calor, además, la mayoría de las veces viajaban durante días sin agua ni comida. Luego, el recibimiento que tenían al llegar a los campos eran palizas o humillaciones que recibían, posteriormente de saquearles y quitarles prendas de mayor valor, quedándose casi semidesnudos (hay que tener en cuenta que la mayoría de las veces la ropa con la que llegaban era la ropa con la que salían, aunque estuvieran años en el campo). 

    Más tarde, a los reclusos se les asignaban tareas, como la reconstrucción de puentes o carreteras que habían sido destruidos durante la guerra o, incluso, muchos de los famosos embalses que se construyeron durante el franquismo fue con mano de obra esclava. Las condiciones en las que se encontraban eran inimaginables, eran explotados, no se completaban las condiciones mínimas de higiene y nutrición, el dinero destinado a la mantención de estos espacios y los prisioneros se quedaba en los bolsillos de distintos dirigentes franquistas. Todo ello, mientras estos morían fusilados (a veces se fusilaba a los esclavos enfermos o ancianos, porque se necesitaba más espacio para albergar a otros prisioneros más jóvenes), por desnutrición o por enfermedades que contraían allí. 

    Finalmente, era muy difícil sacar a alguien de uno de estos espacios, para ello, necesitaban un documento que pocas veces se obtenía, ya que si habías militado en un partido político de izquierdas o habías luchado contra el bando nacional, no podías acceder a él y, probablemente, eras fusilado automáticamente o condenado de forma indefinida. A parte de que era un trámite largo y complejo, los militares franquistas consideraban que era más barato un acta de defunción (9 pesetas), que dicho documento.

    En conclusión, este suceso que ocurrió entre 1936 hasta 1947, del que fueron víctimas entre 700.000 y un millón de personas, ha sido silenciado, desde el propio gobierno franquista hasta no hace mucho, con los gobiernos de la democracia. Por ello, es de vital importancia hablar de este tema, difundir lo ocurrido y dar voz a aquellos que perdieron la suya en los campos de concentración españoles. No podemos olvidar ni tampoco ignorar algo que forma parte de nuestra historia, está en nuestras manos que las personas que sufrieron todas estas injusticias encuentren algo de paz. A continuación os dejo algunos testimonios de prisioneros:

    "Estuve cuatro meses limpiándome los ojos con saliva y viendo cómo se me caía la piel a pedazos". Ángel Alborch, prisionero del campo de concentración de Padrón (A Coruña).

    "Por la mañana sacudíamos las mantas y se formaba tal nube de polvo que no se podía respirar. Cuando ya todos nos habíamos puesto en pie, era normal encontrar cinco o seis tendidos en el suelo porque estaban muertos. Esto pasaba a diario, y entonces pedían cuatro voluntarios, cogíamos la manta del mismo muerto y en ella lo llevábamos a una furgoneta que ya esperaba en la puerta cada día. Siempre se iba llena de muertos". Gabriel Montserrate, prisionero del campo de concentración de San Marcos (León).

    "Era un reducido y oscuro mechinal que apestaba a carne y sangre podrida. Como era de noche y no había luz artificial no me pude enterar de lo que había en aquel triste antro putrefacto. Solamente tenía para ventilarse y al mismo tiempo recibir una luz opaca que había al otro extremo del patio, una pequeña ventanilla con dos rejas en cruz. Abrieron la puerta y de un fuerte empujón me hicieron entrar. Cerraron la puerta diciéndome que desde allí al cielo. Haciendo honor a la verdad, debo decir que me sentí desfallecer más que en ningún otro momento de mi vida". Consuelo García Demaría, prisionera del campo de concentración de San Marcos (León).

    "Al no tener enfermería, ni medicinas, los médicos-prisioneros hicieron verdaderos milagros. Recuerdo que en una ocasión el Dr. Guimón empleó como bisturí un trozo de la tapa de un bote de leche condensada para, después de aguzado, hacer a un joven palentino una incisión de un absceso grave que tenía en un costado". Víctor Uriarte, prisionero en las bodegas del barco Upo Mendi.

Un saludo y espero que os haya gustado :).

(La mayoría de los datos aportados proceden del libro Los Campos de Concentración de Franco, de Carlos Hernández de Miguel).

Comentarios

  1. Hola Candela, me parece un tema de la cual se habla poco, siempre en el instituto se han centrado más en los campos de concentración nazi y no se habla tanto de los campos de concentración franquistas que se dio en nuestro país. Opino igual que tú en el tema de que se debe difundir todo lo que ocurrió en esta época.

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  2. Hola Candela! Me parece que has dado en el clavo con tu entrada, muchas veces hacemos análisis sobre la realidad que no tienen en cuenta la dictadura y sus consecuencias tanto a nivel económico como sociológico. Solo añadiría que tras esa mano de obra esclava que eran los prisionero había empresas detrás lucrándose a su costa, empresas que hoy en día tienen millones de beneficios. Si te interesa el tema, te recomiendo el libro Franquismo S.A de Antonio Maestre, donde lo refleja muy bien. Un saludo

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